Fueron tres años cesante. El movimiento social había dejado una huella compleja en lo familiar. Mientras postulaba a alcalde salió un concurso público y me inscribí en el portal de directores, puse mis antecedentes y opté por la Escuela Italia. Los números no se veían bien, pero estaba seguro que podía ser un aporte y mejorar los niveles de aprendizajes que mostraba. Fue en marzo del 2017 que ingresaba como Director a la escuela, con un contrato por alta dirección publica por 5 años.

Cuando llegué a la Escuela Italia, lo primero que me impactó fue lo gris que era. Una escuela debe ser un espacio estimulante que incentive el aprendizaje y que por sobre todo se transforme en un lugar seguro en que todos los niños se sientan integrados.
Había muchas cosas por mejorar. Los baños de los profesores y de los niños no era dignos. La biblioteca era lejana Las clases eran un misterio en torno a lo que ocurría ahí. Poco a poco fuimos cambiando y los profesores y profesoras fueron confiando. Hemos tenido desencuentros, pero también han sido más las instancias de encuentro.
Vino la pandemia y nos pilló a todos desprevenidos. Pero fueron los profesores, las asistentes y todos los profesionales de apoyo quienes entendieron que los niños y niñas no podían quedar solos. Fueron los apoderados los que entendieron que debíamos apoyar a las familias con menos recursos. Y así fue cómo nos organizamos para ayudarnos unos con otros. Y así nos hemos manejado todo este tiempo, hoy la escuela es una comunidad en donde todos importan y nadie falta. Y yo estoy orgulloso de mis niños y niñas, tienen una riqueza tremenda. Ya volveremos a estar todos en la escuela y juntos cantaremos a la Mon Laferte para luego seguir aprendiendo.
¡Como extraño los actos con mis niñ@s!
Puedes oír lo que cantábamos…
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